sábado, 8 de marzo de 2014

Ensayos, Calles y Callos

Los vientos del Oeste llevan en volandas los sones de los tambores por cada rincón de la Zaragoza estrecha. Desde hace alguna semana pueden sentirse por las calles el lejano estruendo de las cuadrillas ensayando. Secciones infantiles, oficiales, piquetes de honor, bandas de música. Nadie se presta a la improvisación, y así lo quiere el paciente penitente que esperará apostado en la acera para deleitarse con las ansiadas vibraciones de la piel de asno.
Los niños cargan con su pesada cruz circular camino del patio del colegio, parquin, o puente donde juntarse con sus hermanos. Padres, cámara en mano, maza en la otra, suena corneta, coge baqueta, aprende la marcha, recuérdame aquella. Y así pasan la cuaresma entre recuerdos y reuniones, los que han de concursar, y más tarde, procesionar.



El calor que trae el viento del Sur acompaña la tarde noche temprana de los que cargan en su cuello un trono desnudo. Costillas de madera y hierro para el Salvador y su Madre, para los caballos y manteles, para el olivo y los claveles. Armazón sin terciopelo, sin plata, sin los ojos negros de María, que ya está bajando del cielo para cumplir como cada año, y cada uno es nuevo.
Costaleros robando tiempo al tiempo, costaleras escribiendo historia en la historia, y este año es nuevo. Quieren ellas sentir el peso del paso, y nos dejamos llevar en su emoción y su esmero. Y toas por iguá. 

Costaleras de la Humildad y Vera Cruz de Torredonjimeno


Los ensayos, reuniones necesarias donde "Probar a hacer algo para ejecutarlo después más perfectamente o para no extrañarlo", según la RAE.


Como tal, ensayamos, para conseguir la práctica. Ponemos nuestro empeño, tiempo, y espacio en ello, imaginando y anhelando un resultado final. Dicho resultado consiste en la catarsis, que, volviendo a la RAE nuestra de cada día, nos dice :

"Purificación, liberación o transformación interior suscitados por una experiencia vital profunda". 


No hay más que decir al respecto. 



La Semana Santa ejerce la gran fuerza centrípeta de las emociones urbanas. Aquella que acerca hasta el mismísimo que viene a quejarse. A las miradas perdidas, oídos sordos, Al creyente apacigua, y al indiferente saluda. 



Estos son días de ensayos, de búsqueda, de afinación, afiliación y no perder el paso. Nervios, llagas en los dedos y en el cuello, labios y empeines. Nos preparamos pues, sufriendo. Sarna con gusto,no pica, pero mortifica. Y que nos quiten lo levantao. Un año después se ensaya por las calles, llenas alguna aún de cera perezosa que no quiere irse del adoquín, con gente subida en el trono para hacer peso, con radio-casetes y cedés portátiles. Con pentagramas antiguos como pergaminos. Con baquetas nuevas, y sangre seca. Con las mismas ganas, con alegría por los nuevos, y nuestro recuerdo por los que no están. En fin, la fuerza que nos une, es la fuerza que levanta y pausa a dos metros sobre el suelo las bambalinas que todavía no están colocadas. Y dale la vuelta al casete que empezamos con otra.


Este es mi homenaje a los que ensayan sus espectáculos procesionales, porque de ellos será el reino de las calles.








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